miércoles, 25 de julio de 2012

Esta no soy yo...


La preparación de la “gran ingesta” a modo de festín como si hubiese algo que celebrar. El ritual sistemático descontrol-ingesta-vómito. Masticar cada bocado, o no masticarlo siquiera para introducir el siguiente bocado que apenas podrás saborear. Toda esa comida oprimiéndote el estómago, la sensación de descontrol que te inunda al dar el primer bocado, la sensación traumática de que ya has empezado y no puedes parar. La sensación de fracaso de haber sucumbido a la necesidad, la sensación de que tu estómago está a punto de estallar. Toda esa comida navegando por tu estómago. La necesidad irremediable de vomitar. El sabor de los vómitos en tu boca, el olor de los vómitos en tus manos, el ácido que corroe tu esófago. El deseo de querer parar, de querer desaparecer. Los vómitos, las arcadas, toda esa asquerosa comida saliendo de nuevo por tu boca. El dolor, las lágrimas, el hedor, el fracaso, el descontrol, el desvanecimiento, la angustia, la ansiedad, el castigo, las mentiras, los vómitos, el dolor de cabeza, la falta de concentración, el desconcierto, tu garganta que chilla que debes parar. Los ojos vidriosos, el esmalte corroído, las venas a punto de explotar, tus pulmones ahogados en un mar de vómito, el pulso incontrolable. La tranquilidad que te envuelve después de vomitar, la sensación de haber recuperado el incierto control, la culpabilidad, el miedo, el odio.
Esta no soy yo...


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